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En este lienzo, que lleva por título Xodó, la que dicen ser una de las más bellas palabras del portugués, su autora Nieves Toribio nos ofrece un retrato de medio cuerpo de una niña dulce y cariñosa, ataviada con un traje típico, que se dispone a salir para disfrutar de una celebración, en el instante en que esta sonríe a una segunda persona que acaso pudiera ser el espectador. La autora aúna dos elementos característicos de Portugal, el traje típico y la cerámica portuguesa, en una composición en la que los detalles descriptivos quedan en segundo plano, al primar en ella lo anecdótico y, sobre todo, la conexión visual y anímica que la protagonista establece con el espectador.

 

La artista hace del rostro de la niña el elemento esencial de la obra, a partir de un dibujo a grafito tratado de una forma tradicional y académica, con una estética fotorrealista, y trabajando la escala de grises con toques de color. Para el resto de la figura, en concreto, para las flores, el pañuelo y las joyas afiligranadas del atuendo, recurre al acrílico en tonos metalizados. Del mismo modo, pasa a ser secundario el paramento cerámico que sirve de fondo a la escena, conformado por pequeños azulejos cuadrados azules y blancos, colores preferentes de la cerámica portuguesa desde el siglo XVIII.

 

Contemplar la obra nos lleva a reflexionar sobre los encuentros y las conexiones personales que la Exposición Iberoamericana debió generar, además de ser un foro de intercambio, exhibición artística y divulgación y promoción del folclore.

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