Manuela Santos recuerda la participación portuguesa en la Exposición Iberoamericana con su obra Alma lusa, en la que la pintora nos ofrece una clara alusión al sentimiento nacionalista y a las esencias nacionales que el país trajo a Sevilla con motivo del certamen.

 

Para ello se vale de un corazón de Viana (coração de Viana); una pieza de joyería emblemática del país, hecha de filigrana momposina, es decir tejida en hilos de oro, que lleva el nombre de la ciudad de Viana de Castelo, una de las más bellas ciudades del Norte de Portugal, muy implicada en los descubrimientos portugueses que fueron el leitmotiv de la presencia del país en Sevilla. La joya, habitualmente asociada al traje de Lavradeira de Portucelo, que es el traje de gala de los alrededores de Viana do Castelo, pierde aquí ese vínculo, cobrando personalidad propia, más allá de aludir a las portuguesitas que durante la Exposición, vestidas de lavradeiras, atendieron a los visitantes y a las piezas de joyería expuestas en el pabellón.

 

S​imbolizando la dimensión y la grandeza del mar, la autora lo hace resaltar sobre un fondo azul cobalto, parcialmente desdibujado por el brillo y el resplandor del corazón dorado, con el que alude a la energía y la luz del sol. Sin duda, la mejor alegoría del alma portuguesa, motor de camino de los descubrimientos y del entusiasmo y la entrega de la participación portuguesa en la Exposición Iberoamericana.