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La designación por parte de José Cruz Conde del castellonense Vicente Traver Tomás para la dirección arquitectónica de la Exposición Iberoamericana de Sevilla no fue una decisión exenta de polémica, aunque con felices resultados. El giro patriótico que Cruz Conde plasmó en el certamen supuso una aceleración en los trabajos del mismo con el fin de cumplir unos plazos que se dilataban sin cesar.

 

Vicente Traver tiene una gran parte de “culpa” en la consecución de las labores pendientes para que la Exposición Iberoamericana fuese una realidad. Cierto es que su designación supuso el culmen de su prolífica carrera en Sevilla llegando a ser un magnífico escaparate hacia el exterior. De hecho, su labor fue enjuiciada con multitud de premios y reconocimientos, tanto a nivel nacional como internacional.

 

La historia posterior erigirá su participación en este evento como el cenit de su trayectoria sevillana ya que las vicisitudes políticas motivarán el retorno a su ciudad natal, truncando una producción hispalense que se antojaba fecunda. Sin embargo, para ocupar un puesto de tan alta responsabilidad, el quehacer previo a este nombramiento, en 1927, es de capital importancia. Traver arriba a la ciudad del Guadalquivir en 1913 y, en poco más de una década, llega a desempeñar puestos de relevancia y dirigir obras de gran envergadura. Esta coyuntura la va a ir conformando gracias a la creación de una compleja red clientelar dentro de la cual aparecen destacadas personalidades del momento, tanto de Sevilla como de fuera de ella.

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Esto provocará que, paulatinamente, sus proyectos vayan ganando en importancia y su nombre aparezca entre los grandes de la arquitectura del primer tercio del siglo XX en nuestra ciudad. Por lo tanto, en este proceso participarán multitud de personajes e instituciones que harán que el nombre de Traver fuese adquiriendo la trascendencia que realmente ostentó en la Sevilla del Regionalismo: el marqués de la Vega-Inclán y la Comisaría Regia del Turismo y Cultura Artística Popular, el Ateneo y la Sociedad de Excursiones de Sevilla, la Sociedad Castellonense de Cultura, la Sociedad Anónima de Construcciones y José Cruz Conde, amén de otras influyentes personalidades. Es en esta “amalgama”, donde se entrecruzan las relaciones profesionales y personales, donde Traver va a ir desarrollando su trabajo.

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El objetivo de esta comunicación es ofrecer una visión de la obra previa a la Exposición Iberoamericana de Vicente Traver, quien ejerció la dirección arquitectónica del certamen, desde la perspectiva de la trascendencia de los mecenas, ya sean éstos personas o instituciones, en la producción del artista. Esta aproximación nos brindará un enfoque específico con el que quizás comprendamos un poco mejor el meteórico ascenso de un castellonense en tierras extrañas que llegó a desempeñar un puesto relevante en uno de los eventos más destacados de la Sevilla de las primeras décadas del siglo XX.

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