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La presente comunicación propone aproximarse al legado arquitectónico y urbano de la Exposición Iberoamericana (EIA) de 1929 que, por diversas razones, se encuentra desvinculado funcional y socialmente con la ciudad.

En concreto, se pretende avanzar en la revisión del reconocimiento de una colección de arquitecturas que, hasta la fecha, han quedado al margen de los habituales procesos de protección jurídica. Cabe destacar que el reconocimiento del patrimonio del siglo XX se articula frecuentemente a partir de consideraciones objetuales y, por tanto, próximas a una caduca visión monumentalista.

Esto no sólo supone una negación al cambio conceptual en materia patrimonial de las últimas décadas –que, entre otras, aboga por una visión territorial y contextualizada de los conjuntos de los bienes culturales–, sino que provoca que estas arquitecturas “menores” corran el riesgo de desaparecer por su escasa valorización social, desprotección legislativa o presión inmobiliaria.

Gran parte de los edificios y espacios libres que se conservan de la EIA quedan dentro de la delimitación del Conjunto Histórico (CH) de Sevilla. En concreto, se adscriben al sector 26, correspondiéndose parcialmente con el recinto de la exposición. Sin embargo, se han identificado una serie de edificios en el denominado Sector Sur -que pervivieron al desmantelamiento de pabellones de la exposición en el entorno de Las Razas- que quedan fuera de dicha delimitación. Entre ellos se encuentran el Pabellón para la Compañía Arrendataria de Tabacos, el Pabellón de la Marina Guerra, la Torre del Pabellón de Córdoba o dos de los Pabellones de Exportación del Puerto que sirvieron como pabellones de uso común entre los países que no disponían de uno propio. Mientras que estos últimos están incluidos en el Catálogo Periférico del Plan General, el resto de bienes inmuebles carecen de protección patrimonial.

Más allá de una revisión individualizada de dicha protección, la investigación indaga en la posible redelimitación de un CH que, datado de 1990, requeriría de una actualización conceptual e instrumental. La traslación de estos avances al marco legislativo lleva también a reflexionar sobre la pertinencia de otras figuras patrimoniales, tales como Zona Patrimonial, que podrían representar de forma más adecuada y concisa una visión de conjunto de todos los bienes culturales vinculados con la exposición.

Análogamente, la comunicación pretende incorporar la componente territorial a propósito de los vínculos urbanos establecidos entre el recinto de la EIA y su entorno urbano-portuario inmediato, cuyas delimitaciones se encuentran en revisión, como estrategia para aglutinar el conjunto de raíces arquitectónicas patrimoniales –regionalista, moderno e industrial– con el carácter metropolitano y territorial del puerto.

A través de estas relaciones Exposición-Puerto-Ciudad podrían incorporarse, a los ya mencionados, los restantes Pabellones de Exportación del Puerto construidos tras la exposición, el Pabellón de servicios de Aduanas y Carabineros, el Muelle de Tablada y Tinglados de Mercancías, el deslocalizado Puente de Alfonso XIII o el Pabellón Social del Club Náutico, siendo éstos algunos elementos de interés patrimonial identificados.